
Me han dicho que tengo osteonecrosis
K.R, de 54 años, nos envía la siguiente consulta sobre osteonecrosis:
“Hace seis semanas tuve un dolor brusco de la rodilla derecha, mientras caminaba. Se me hinchó, y no podía moverla. El dolor era muy intenso. En la radiografía de urgencias no vieron nada. Al cabo de unas semanas el dolor continuaba y no me dejaba apoyar la pierna. Hace unos días me hicieron una resonancia magnética, y hoy me han entregado el resultado. En el informe pone que tengo osteonecrosis del cóndilo femoral interno. ¿Me puede informar sobre qué es la osteonecrosis y cómo se cura?”
La osteonecrosis es la muerte de un segmento de un hueso por interrupción brusca del aporte sanguíneo a este segmento, lo que se denomina infarto óseo. La zona de hueso afectada provoca una fractura subcondral, es decir, un debilitamiento de la zona de carga del cartílago, que puede incluso aplastarse o colapsarse. En la rodilla se afecta sobre todo el cóndilo femoral interno, como en el caso de K.R. En ocasiones es secundaria al tratamiento crónico con corticoides, pero en otras ocasiones es idiopática, es decir, sin causa.
Se inicia con un dolor súbito y brusco, a veces tras un mal gesto de la rodilla, que se mantiene durante varias semanas. Además la rodilla puede aparecer hinchada, con derrame, lo que provoca bloqueo de la misma, es decir, imposibilidad de estirarla o flexionarla.
Tras la sospecha clínica, el diagnóstico se completa con pruebas complementarias. En la radiografía inicial puede que no se aprecie ninguna lesión, por lo que para el diagnóstico es necesaria una resonancia magnética, donde se aprecia la zona necrosada en forma de fractura subcondral, rodeada de una amplia zona de edema óseo.
La evolución depende del tamaño de la zona del hueso afectada. Puede evolucionar hacia la curación total, sin necesidad de tratamiento quirúrgico, o hacia la afectación definitiva del cartílago, con degeneración de la zona afectada. Para estudiar la evolución se recomienda una resonancia magnética a los tres o seis meses, según cada caso.
El tratamiento inicial consiste en descarga absoluta de la extremidad (caminar sin apoyar la pierna, con ayuda de muletas), intentando mantener la movilidad de la misma. Normalmente es necesario tomar analgésicos, sobre todo en las primeras semanas. La descarga de la extremidad previene el aplastamiento de la zona afectada, y debe mantenerse de cuatro a seis semanas. Incluso en el caso de que la evolución sea satisfactoria el dolor se mantendrá por más tiempo, incluso tres o seis meses, aunque será mucho menos intenso que al inicio.
En caso de que evolucione hacia la degeneración definitiva del cartílago afecto el tratamiento dependerá del tamaño de la lesión y de la repercusión clínica en el paciente. En ocasiones se puede tratar mediante artroscopia, pero a veces puede ser necesario implantar una prótesis, generalmente parcial. Se puede consultar estos aspectos en nuestra sección de tratamientos, en los apartados de lesiones cartilaginosas y prótesis de rodilla.